viernes, 16 de diciembre de 2016

El complejo de la buena madre

Que es ser una buena madre? O mejor preguntarnos, que es ser una mala madre? La maternidad no es tarea fácil, pero tampoco imposible. Es una tarea para toda la vida, así que, para que hacernos la vida aún más difícil, tratando de cumplir con los estándares que la sociedad y la familia dictan para esta tarea? Los niños y bebés, son ahora uno de los mayores mercados en cuanto a diversidad de productos y servicios. Todo el tiempo estamos sintiendo la presión de comprarle el juguete de moda o súper estimulante, o mega desarrollador o lo que sea. O en su defecto estamos pensando en inscribirlo en cursos para que desarrollen sus talentos. Invertimos mucho dinero en nuestros hijos, pero estamos invirtiendo en cultivar nuestra relación con ellos? Y por cultivar la relación no hablo de convertirnos en sus mejores amigos, hablo de ser nosotros los padres realmente quienes queremos ser. Pasamos del extremo de ser la generación "abandonada", a la generación que hipercontrola. Muchas madres sienten la presión de querer ser perfectas y proveerles a sus pequeños un mundo sin dolor ni sufrimiento, haciendo que los niños a la final sufran y se den cuenta de cómo su madre sufre por querer ser alguien que no puede cumplir el cerro de expectativas que ella misma levantó. Y entonces que es ser mala madre? Es darse tiempo para uno misma? Es no correr a prepararle el desayuno al niño el domingo? Encontrar el equilibrio siempre es lo mas difícil de hacer. Yo he pasado por el extremo de tratar de ser una madre perfecta, aun a costa de pasar por encima mio. Ahora estoy experimentando tener autonomía, y aunque realmente me disfruto la maternidad, también me estoy disfrutando el tiempo sin hijos, tiempo solo para mi. Si yo me siento bien en mi rol de madre, y ademas me siento bien en mi rol de ser humano con un propósito independiente, ese bienestar se lo transmito a mis hijos. Entonces, lo mejor que puedo hacer para ser una buena madre, es ser una persona con ganas de vivir mi propia vida. En la felicidad de recorrer mi propio camino, en las pruebas superadas para seguir mi propia voz, en la desilusión por los fracasos, en la fuerza para seguir adelante a pesar de los obstáculos, ahí radican los mejores ejemplos para nuestros hijos. Si encontramos el punto medio entre la madre que se queda en casa atendiendo todas la necesidades de su familia, y la madre que sale a trabajar y atiende solo sus necesidades personales, podemos encontrar la satisfacción en el hacer con convicción. Darles responsabilidades a los hijos los empodera y nos da mas tiempo para nosotras. Así también nos empoderamos nosotras mismas y nos conocemos cada vez mejor.
Y tu que opinas? deja un comentario y hagamos un debate sobre buenas y malas madres!

domingo, 11 de diciembre de 2016

La importancia de cerrar los ciclos

Hoy domingo, 10 de la mañana, iba caminando por la 24 que normalmente entre semana es una calle con buen tráfico de carros. Hoy como normalmente los domingos, estaba bastante solitaria. Y de repente, me encuentro con un choque: una pareja normal, en su camioneta, hace un cruce prohibido y atropella a una moto....de policías. No había el círculo normal de mirones, no hubo herido tampoco. La pareja estaba muy callada, tratando de minimizar el daño lo más posible. Dos camionetas llenas de policías llegaron en silencio a acompañar a sus compañeros...se fueron. No hubo escándalo. Para la pareja del choque, la situación tiene una lectura, y para mi que fui testigo, tiene otra. Y en la tranquilidad de la escena, pude pensar: qué lectura me deja esta situación? y la primera palabra que me llegó fue "cierre de ciclos". Cómo estoy cerrando el año? Cómo estoy haciendo el balance de lo vivido en este año? Estoy viviendo de afán sin prestar atención a todas las energías que dejo abiertas? Estoy cumpliendo acuerdos por cumplirnos, sin convicción? Porqué necesito correr afanada un domingo? Toda energía que dejo abierta, todo ciclo que dejo sin cerrar, serán fugas que no me permitirán centrarme y concentrarme, mental, emocional, y energéticamente en lo que realmente quiero yo hacer. No hay situación fortuita, todo sucede por algo. Es mi realidad y yo la creo, y como tal, todo lo que sucede en mi realidad es producto de mi pensamiento, y si es mi pensamiento, pues todo lo puedo interpretar y nada es inherente a mi, todo me concierne. Qué importante es dentro de cerrar los ciclos, agradecer por lo recibido, hacer pagamento, recapitular lo vivido
sin sufrir, con el corazón dispuesto a recibir el aprendizaje, a asumir lo aprendido. Entendiendo que todo pasa por que yo misma lo atraigo.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Trabajando con arquetipos: la niña maltratada

Mirarme desde los arquetipos me hace descubrir en mi, esos comportamientos que no me dejan avanzar y crecer en mis relaciones con las personas que amo, con las personas que trabajo, con los vecinos, con mi crecimiento personal, con el dinero, en fin, con todo. Todo en la vida son relaciones con los demás y lo demás. En este momento estoy trabajando el arquetipo de la niña, a partir de un acto de psicomagia, que ha sido conseguirme una muñeca que me represente y simbolice mi niña interior. Básicamente, el trato que le he dado a mi muñeca es el trato que recibí de niña, y es el trato que estoy perpetuando con mis hijos. Ha sido muy duro y a la vez muy liberador y pedagógico, darme cuenta del abandono que sufrí junto con mi hermano, en los años de la infancia y adolescencia. Y no fue precisamente que creciéramos solos, pues vivíamos en una casa grande con mamá, tías y abuelos, quienes velaban porque nuestras necesidades básicas de comida, techo y estudio estuvieran cubiertas. Pero dada la situación familiar donde mi madre se llevaba todo el protagonismo por su enfermedad, aprendí a callar mis sentimientos, reprimirlos y suprimir de mi vida el juego. A medida que fui creciendo, me era cada vez mas difícil jugar, o compartir con mi hermano. Tuve de niña, que tomar decisiones de adulta, y es quizás por estas y otras tantas razones, que mi etapa infantil no fue vivida a plenitud, perpetuando actitudes infantiles que hasta ahora soy consciente, e imprimen bruscamente la sombra que me acompaña como ser humano. Ser consciente de mi necesidad y búsqueda de aprobación en cuanta relación establezco (hasta con el facebook, ja!), es mi niña abandonada pidiendo a gritos la aceptación en su clan familiar. Los accesos de ira, como berrinche infantil, cuando no se da algo tal cual lo tengo en la cabeza: es mi niña no escuchada, explotando 30 años más tarde con mis propios hijos (sean los biológicos o los proyectos laborales).
El arquetipo de la niña habla a través de las inseguridades emocionales no cubiertas en la etapa infantil. Sesgos culturales que han permanecido en el tiempo, donde las niñas teníamos que aprender a comportarnos y servir a los demás. Quedarnos calladitas y no molestar. Aprender ciertos oficios que son femeninos y dejar de lado los juegos masculinos, no opinar por que eso de pensar es de hombres. Es decir, reprimir muchas veces, deseos, emociones, palabras, comportamientos, y quedarnos en la sensación infinita de querer ser aceptadas como somos. La niña está buscando la figura protectora de un padre y la aceptación de una madre, y cuando crecemos, este arquetipo de la niña, desde lo mas inconsciente, se relaciona con los hombres y las mujeres como padres y madres. 
Desde los abusos sexuales, las relaciones tormentosas, la incapacidad de relacionarnos efectivamente con el dinero, la sensación repetitiva de no ser aptas para un trabajo, los silencios prolongados y dolorosos, las explosiones emocionales, las actitudes infantiles propias de inmadurez emocional, desde ahí se establecen para darle forma a nuestra manera de mirar el mundo y relacionarnos con él. Ser conscientes de esa niña maltratada, recordar y destapar las tristezas de la infancia, es doloroso, pero también nos abre la puerta a conocernos mejor a nosotras mismas, para entender desde donde estamos actuando, desde donde nos estamos relacionando: si desde el rencor, la violencia, el maltrato o el abandono, o desde el amor por mi misma y los demás, el respeto, la empatía, en fin. Cultivar emociones saludables se da desde el conocimiento de mi misma. Nos podemos leer todos los libros de autoayuda que existan, pero si no somos conscientes de quienes somos y de donde venimos, los consejos y los ejercicios quedaran en el vacío. Es como arar en una tierra árida, en donde por mas que tratemos solo germinarán algunas cosas y con demasiado esfuerzo.
La niña maltratada hay que entenderla y escucharla, como cuando escuchamos a nuestros hijos. No son simples berrinches y pataletas: son manifestaciones de sentimientos y emociones que no se han podido manifestar y digerir apropiadamente, y es a través del llanto o la risa que podemos dejarlas fluir y aceptarlas como parte de nuestro pasado y aprendizaje. Esa niña maltratada, que ha sido escuchada y contenida, es nuestra niña interior sana, que nos sigue acompañando desde la capacidad de asombro y la inocencia propia de la infancia, desde el amor incondicional y la aceptación del todo. Es la niña que nos empuja a descubrir nuevas cosas desde la curiosidad infinita del amor.  

martes, 15 de noviembre de 2016

El Ritual de la Siembra de la Placenta

¿Para que sirve sembrar la placenta? me han preguntado varias personas curiosas por una práctica que no comprenden pero les resulta inquietante. Para enraizarnos en este planeta, respondo yo. ¿Y qué significa enraizarse? Pues echar raíces, conectarse en este caso energéticamente con la Madre.

La Placenta es un órgano que se forma en el útero de la mujer con el embarazo, del mismo óvulo y espermatozoide que se forma el bebé, y al terminar la gestación, muere y se desprende: alumbra justo después del alumbramiento de ese nuevo ser humano. En muchas culturas consideran a la placenta como el hermano espejo, y como tal es tratada para garantizar la buena suerte y prosperidad del niñ@.
Este órgano es nada menos que la interfaz y filtro entre el cuerpo de la madre y el bebé, pues el cordón umbilical va del ombligo del pequeño hacia la placenta, y está se adhiere con millones de vasos sanguíneos a la pared del útero, generando comunicación directa con el cuerpo de la madre a través de las hormonas que se encargan de avisar los requerimientos del bebé. En nuestra cultura estamos acostumbrados a tratar a la placenta como un desecho orgánico, en donde los padres tienen total desconocimiento de su paradero final, donde tampoco importa. Cuando estamos en el vientre materno, este órgano nos ayuda a comunicarnos con nuestra madre, y esa comunicación nos hace sentir seguros. Energéticamente, al sembrar la placenta, estamos guardando en el útero de la madre Tierra, de nuestro planeta, nuestra interfaz para comunicarnos con ella. Estamos aceptando que la Tierra es nuestra madre, y que pasamos del útero de nuestra madre humana, al útero planetario. Sembrando la Placenta estamos honrando a la Tierra, agradeciéndole por el hijo recibido y devolviendo esos nutrientes a ella. Para los indígenas de la Sierra Nevada, el despelote en el que el hombre blanco maneja su vida, se debe principalmente a una desconexión con la Madre, la Tierra. Por eso ellos guardan la costumbre de sembrar las placentas de su gente, a donde la persona puede ir cuando se sienta a la deriva, sin rumbo ni propósito, al árbol o roca donde su interfaz ha sido sembrada, para volver a sentir ese anclaje, esa seguridad de saber que no estamos solos. Con la siembra de la placenta nos enraizamos, echamos raíces a la energía del planeta, ponemos en alineación a los tres primeros chacras.  Y aunque no quiere decir que ya tenemos todo el tema de manejar nuestra existencia en este plano resuelto, es una ayuda recordar que esa conexión existe. Pero, qué pasa cuando hemos perdido nuestra placenta por las razones que sean? ya no la podemos sembrar? El conocimiento llega cuando estamos preparados para recibirlo, y todo es perfecto como ha sido. De esta manera, por medio de la medicina del tejido, que es medicina de mujer, podemos tejer nuestra propia placenta, con hilo de algodón y aguja, y en el hacer, traer con el pensamiento a nuestra placenta: donde estará, que habrán hecho con ella, que pensamientos me trae pensar en ella? Así, una vez la hayamos terminado, cada puntada fue una meditación sobre nuestro origen, concepción, nacimiento y vida, y ya estamos listos para sembrarla en donde escogimos hacerlo mientras estábamos tejiendo.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Qué es una Doula?

El origen de la palabra Doula proviene del griego, donde significaba "esclava de mujer" o sirvienta. Antiguamente se designaba doula a la mujer que acompañaba permanentemente a otra mujer en calidad de servicio. Con el paso del tiempo, la palabra se empezó a usar nuevamente para aquellas mujeres que acompañan a otras en los procesos de gestación, parto y posparto. 
Una Doula le ayuda a la mujer gestante a reconectarse con su cuerpo a través de la sabiduría femenina del sentir. Hace muchos años las mujeres pasábamos nuestros ciclos menstruales, gestábamos, paríamos, llorábamos nuestro duelos y perdidas, en compañía de otras mujeres, nos apoyábamos en los pospartos e incluso en la crianza de los hijos. Lejos de ser enemigas eramos conscientes de que juntas podíamos hacer cosas maravillosas.
La Doula te ayudar a recordar las memorias ancestrales del nacimiento, te ayuda a conectar con tu sentir por medio del canto carnático, la correcta alimentación, la relación contigo misma y con tu pareja, así como con los hijos nacidos y los que no. Te ayuda a recordar como fue tu propio nacimiento para que a través de esa memoria puedas crear el nacimiento de tus hijos. Incluso cuando decides tener una cesárea, la doula te acompaña también en ese proceso. Es maravilloso sentir que podemos parir, pero también es maravilloso que sabemos que contamos con el apoyo de una mujer que sabe lo que estamos sintiendo, que esta ahí para apoyarnos y para recordarnos lo fuerte que somos. Miles de años pariendo han quedado registrados en nuestras células humanas. Es confiar en nuestro sentir y saber que no estamos solas. Es saber pedir ayuda, compañía y contención cuando lo necesitemos. Ser fuertes no es callar y tragarnos todo el dolor: ser fuertes implica saber cuando recurrimos a otro también.
Pero una Doula no puede parir por ti! Solo puede estar a tu lado para que sepas que no estas sola. Te puede ayudar a regular la respiración, hacerte un masaje, darte una palabra de aliento, pero no puede traer a ese pequeño ser por ti! Esa es tu labor. Así como ni el médico ni la Partera lo pueden hacer. La Doula respeta el proceso de la mujer que acompaña, así como los profesionales que ella escoja para que la asesoren en sus diferentes inquietudes. La Doula se apoya también en doctores, parteras, médicos de diferentes enfoques y saberes cuando sea necesario. Pedir a una doula que nos acompañe es un acto de humildad, de empoderamiento, de disciplina y de sabiduría. Es saber que vamos a abrir una puerta muy especial en nosotras que nunca más se volverá a cerrar. Es tejer un lazo de amistad para toda la vida.


lunes, 31 de octubre de 2016

Trabajando con arquetipos: la puta

Sólo mencionar la palabra hace que se le paren los pelos a más de uno o una, y otros se saboreen pensando en cuanta aberración sexual tengan en su mente. De los arquetipos femeninos, la puta es el que más ambigüedades despierta en la sique de la mujer, por determinarla como objeto de placer para el hombre, pero al mismo tiempo de placer para ella misma. La sociedad denomina a las mujeres putas, no solamente a las que ejercen el oficio de la prostitución, sino también a todas aquellas que deciden con quien y cuando disfrutar de su sexualidad, a las que no esperan ser escogidas sino que escogen, a las que tienen carácter y deciden vivir su vida de manera independiente, no necesariamente en el plano sexual. Es decir, para la sociedad patriarcal, toda mujer que no es sumisa, es puta. Así las cosas, la palabra puta termina siendo más un halago que un insulto para toda mujer que lleva las riendas de su vida.
El arquetipo de la prostituta, nace a partir de la imagen de Venus o Afrodita, mujer de senos grandes y caderas voluminosas, diosa griega del amor, la abundancia y la fertilidad, imagen que después fue cambiada por la de María Magdalena, prostituta que se virginizó gracias a Jesús, negando su sexualidad. Es decir, gracias a la religión católica, ella pudo "corregir" su camino, se volvió casta y se dedicó a servir al Señor. Es aquí en este punto donde la naturaleza de la mujer se resignifica al punto de la subyugacion, se cambia para soportar al hombre, no como apoyo y compañera, sino como accesorio, objeto y único medio para garantizar la reproducción. El poder de la mujer que da vida, que tiene placer por encima del masculino, la bruja, la hechicera, la libertaria, es sesgado por determinismos patriarcales y machistas. 
Vivir plenamente el arquetipo de la puta, es vivir una sexualidad consciente y abierta a sus deseos, con mente abierta y sin denigrar o juzgarse a si misma ni a otras. Es la mujer que conecta con su cuerpo y todos sus órganos, conecta especialmente con su útero y comprende el poder que existe ahí dentro. Es una mujer que no se avergüenza de su cuerpo ni de sus instintos, y no se siente mala por sentir, desear y disfrutar el sexo. Es una mujer que escoge al hombre que la acompaña, no espera a ser escogida. Vivir este arquetipo implica un profundo conocimiento de una misma. Implica comprender que nosotras creamos nuestra realidad desde adentro, desde lo que deseamos y soñamos, desde nuestra percepción de nosotras mismas, nuestra autoestima y amor propio, no precisamente viviendo una sexualidad en donde queremos llenar un vacío, buscando siempre afuera lo que no encontramos adentro.
Si alguna vez algún hombre o alguna mujer las llama PUTA, devuelvan una sonrisa, porque más que un insulto es una halago, les están diciendo: mujer, porque haces lo que se te da la gana!



miércoles, 26 de octubre de 2016

Aborto: tema tabú

Hablar de abortos es hablar de un tema prohibido. Y no simplemente porque lo legalicen o no, sino porque nosotras las mujeres lo sentimos y vivimos así. Si lo escogimos a voluntad, hay culpa, y si fue espontáneo, también hay culpa. Culpa por no ser lo suficientemente "berracas" para tenerlo, aunque si para abrir las piernas, y culpa si fue espontáneo porque nuestro cuerpo no fue lo suficientemente fuerte para sostenerlo. A esa culpa le sumamos la tristeza, el miedo, el dolor, la vergüenza. Lo increíble es que aún siendo víctimas de una violacion, sentimos culpa. Nuestra condición biológica nos hace ser facilitadoras de la vida, y eso es hermoso y maravilloso, pero nuestra condición cultural nos limita a ser las únicas que la sostenemos: la mujer a la casa y a los hijos, adentro, el hombre al mundo de acción, afuera. Esa separación cultural y radical de roles hace que temas como el aborto, finjan ser tratados por todo el mundo, pero finalmente sólo la mitad de la población los procesa en el cuerpo y el alma. Una mujer que trabaja afuera, es casi como una que aborta: es una mala madre. Un hombre que no trabaja afuera, que no trae dinero a casa es un mal padre. Si nosotras tenemos nuestros rollos, ellos también tienen los suyos. En la medida en que sanemos nuestro linaje femenino, nuestra relación con nuestra madre y la madre universal, y comprendamos fuera de los estereotipos la esencia femenina, entenderemos el poder de la mujer, encarnada en la diosa Kali, la diosa que da la vida pero también la quita. Y así también es nuestro planeta Tierra, nos da alimento y casa, pero también nos quita: porque ese movimiento forma parte del equilibrio de la vida. No podemos ser mujeres que damos y sostenemos ad Infinitum, como mujeres también tenemos la responsabilidad de poner los límites claros, y a veces esos límites implican la muerte. 
Pero como mujeres que somos, canal de vida, canalizamos la energía de los seres que se encarnarán a través nuestro, y son estos mismos seres los que deciden nacer a término o no, dejando en nosotras una enseñanza, una palabra de medicina para nuestra vida. Cada hijo nacido o no nacido es un aprendizaje. Cada hijo merece un reconocimiento, una fiesta a la vida: porque si estuvo o está aquí, hay una razón.
Mujeres, reconozcamos a todos nuestros hijos. Invitemos a nuestra pareja, nuestros padres, a nuestra familia a reconocer y amar a todos esos niños que no están presentes físicamente pero energéticamente siguen ahí, pegados a la conexión con su madre. Cada una se puede inventar el ritual que necesite para hacer visible esa conexión, y así mismo, permitirle a esas almas y a la nuestra, continuar en el camino de la vida.

lunes, 24 de octubre de 2016

Mis partos: experiencias de vida transformadoras

Soy madre de 5 hijos, dos de ellos nacidos, y 3 en astral.. El primer hijo fue un aborto escogido. El segundo, parto en clínica, es ahora un hombrecito de 9 años. El tercero, aborto espontáneo. El cuarto, parto en casa, con 2 años. Y finalmente el quinto, otro aborto espontáneo. Como muchas mujeres, he tenido diferentes experiencias con relación a la forma de parir y a los abortos, experiencias que me han ayudado a sanarme a mi misma, a sanar mi linaje y la relación con mi madre, experiencias que me han guiado en procesos de tranformacion personal y de pareja. No sentí ni siento remordimiento por el primer aborto que tuve, aborto que decidimos con mi compañero, y el cual sucedió en una época de mi vida en la que no me veía dejando de lado mis estudios para dedicarme a ser mamá con una pareja que apenas acababa de conocer. Intuitivamente efectué el duelo de esa alma, le pedí perdón por no dejarlo encarnar y le agradecí por tener paciencia y enseñarme en ese momento como empezaba para mi el camino de la familia. Mi segundo hijo lo engendramos seis años después, queriendo que llegase. La gestación fue muy hermosa y tranquila, pero cuando llego la hora del parto, la madre primeriza que era yo en ese entonces dejó que la institución hospitalaria guiara la manera como yo debía parir, y toda esa preparación amorosa se tornó en una experiencia dolorosa para mi y para mi bebé. Viví la intromisión a mi cuerpo, me sentí violentada, no escuchada. No quería tener más hijos. Mi primer hijo nacido vino al mundo con forceps y su madre no se dió cuenta porque estaba completamente drogada por la anestesia general. Cuando desperté no recordaba que estaba pariendo, y la primera imagen que vi fue a un médico encima mio deslizando sus antebrazos sobre mi vientre, la famosa maniobra de Kristeller (supe después). El llanto de mi hijo lo escuchaba en el fondo y ahí pude recordar que estaba haciendo en ese sitio y que estaba pasando. Con mi vos distorsionada por los efectos de la anestesia, brame varias veces por mi bebé hasta que al fin me lo pusieron en mi pecho para retirarlo nuevamente y llevarme a la sala de recuperación. Fue solamente hasta cuando me pasaron a la habitación que mi bebé me fue entregado, calculo por lo menos más de una hora después de que nació. Mi desinformación personal acerca del proceso de parto, mi falta de interés en querer apropiarme de mi propio proceso, el desconocimiento de que yo podía decidir como parir, el desconocimiento del tratamiento que las instituciones de salud dan a las mujeres parturientas, el delegar finalmente. Pero como la vida es sabia, el universo no da puntada sin dedal, toda esa experiencia me sirvió para decidir años más tarde, que si quedaba embarazada quería ser yo quien decidiera en que posición parir, quien estaría a mi lado, cuando pujar, cuando podía ir al baño a orinar, porque hasta hacer chichi se convierte en una decisión que no te dejan tomar, como si estar de parto fuera una enfermedad, una situación hospitalaria critica. A los 5 años de Martin, superamos nuestros miedos con mi esposo y empezamos a pedirle al alma del siguiente hijo que encarnara. Fueron dos años de cazuelas de mariscos, de hacer la tarea con pasión y amor. Pero esa semilla no encarnaba, y cuando finalmente lo hizo, duro solamente un mes en mi vientre para despedirse el mismo día que agradecíamos a la laguna de Ubaque el milagro de la vida. Fue mi primer aborto espontáneo. Ni mi esposo ni yo entendíamos que pasaba. Nos echamos culpas mutuamente, nos dijimos cosas que dolieron, estuvimos al borde de separarnos, para darnos cuenta finalmente que simplemente no estábamos preparados todavía ni como pareja ni como familia para recibir a ese nuevo ser. Hicimos el duelo con mucho amor y agradecimiento por las enseñanzas recibidas, por la fuerza que esa alma nos brindo para entender nuestro camino y lo que queríamos formar en ese momento. A los 6 meses se hizo el milagro, pero yo cargaba con el miedo de que en cualquier momento se podía desprender. Me tranquilizaba el recuerdo de que el embarazo de Martin había sido muy tranquilo sin ninguna complicación, pero fue hasta avanzado el cuarto mes que empece a tener tranquilidad con el tema del aborto. Samuel venia en camino. Decidí parir en casa y ser la encargada de mi proceso. Me acompañaron dos parteras hermosas desde el primer mes de embarazo, que me ayudaron a sanar mis heridas emocionales del primer parto y a creer que si se podia tener un parto consciente. Cómo doulas me empoderaron en mi gestación, y como parteras me soltaron en mi parto. Porque el parto sólo lo puede hacer la mamá, este donde esté. Su presencia fue discreta y suave, y firme cuando lo necesité. Aleja me ayudó a recordar el canto carnatico, y gracias a esa herramienta de respiración pude salirme de mi mente y abandonarme a la experiencia de dolor, entrar a mi cuerpo desde donde nunca antes había estado. Pude sentir las diferentes hormonas, cada una haciendo su labor: oxitocina en las contracciones, adrenalina en el pujo. Vivirlas como un viaje de Yage, como la medicina que son. Si el primer parto me abrió los ojos de la mente, el segundo me abrió los ojos de la conciencia. El posparto fue para mí como una búsqueda de visión, una conección directa entre mi ser y el que acababa de parir, y en donde mi compañero se encargó de cuidarme, bañarme y alimentarme los 40 días que duró mi cuarentena, porque así lo decidí. Espacio de tiempo donde no corrí, me solté a vivir la experiencia de ese tiempo de acople de mi cuerpo y mi mente.