miércoles, 12 de abril de 2017

La Cuarentena en Bioneuroemoción®


Revisando artículos sobre Bioeuroemocion, encontré este en particular sobre dietar relaciones toxicas.
Aqui les dejo el articulo completo y link a su pagina
En muchas ocasiones las lealtades familiares bloquean nuestro desarrollo personal.
Una de las fases mas importantes para cumplir con nuestro desarrollo psíquico y espiritual es el proceso de individuación. Este proceso se refiere a realizarse como individuo y a llegar a ser uno mismo. En nuestra infancia se nos educa en entornos en los cuales la disciplina y la obediencia son fundamentales para la supervivencia dentro de un sistema familiar. Todo esto debe cambiar al ser adultos, y se deja esta dependencia para encontrar la propia madurez y la gestión responsable.
No poder avanzar en esta dirección influye en muchos de los conflictos de la edad adulta. Una de las dificultades más importantes se da cuando en nuestro sistemas familiares no encontramos la solución a nuestros conflictos puesto que, muchos de ellos, tienen el origen en este mismo sistema.
Esta es la base sobre la cual la Bioneuroemoción concibe el concepto de Cuarentena. Algunos progenitores educan a sus hijos para que sean libres emocionalmente y adultos responsables de sus vidas. Estos padres no piden nada a cambio de todo lo que han decidido ofrecerles en su proceso de acompañarles hacia la madurez y comprenden que nuestra libertad emocional es el mejor regalo que nos pueden ofrecer. El problema viene cuando, en otros casos, nos vemos sometidos a un sistema de lealtades que nos impide encontrar nuestra propia libertad emocional y hace que nos sintamos unidos a nuestra familia desde la culpabilidad o la dependencia. Es en este punto cuando el individuo no consigue separar su “yo” de su “yo familiar” y, debido a ello, no llega nunca a su edad adulta. Hay personas que proyectan culpabilidad sobre nosotros porque estamos cambiando y eso les hace sentir incómodos. Se produce entonces la paradoja de sentir que nuestra libertad hace daño a los demás.
La clave está en tomar nuestras propias decisiones libre y voluntariamente.
Es por eso que en algunas ocasiones llevamos a la persona a tomar conciencia de ello y les recomendamos un proceso, ya sea físico o mental, en el que puedan diferenciarse durante un tiempo de su sistema familiar. No se trata de realizar un acto de separación desde el resentimiento, sino de un acto de reemprender el camino hacia la edad adulta y encontrarse con aquellas partes de uno mismo que necesitamos integrar. Se trata de permanecer un tiempo tomando nuestras propias decisiones sin estar condicionados por nadie.
Este proceso, lejos de ser perjudicial para el sistema, es una oportunidad para favorecer su desarrollo. La libertad para uno de los miembros del clan es una oportunidad maravillosa para que otros sigan su ejemplo. Las relaciones no deben estar basadas en la necesidad o la culpabilidad, sino en la decisión libre de compartir un tiempo con una persona. La decisión de estar con nuestra familia debe cambiar de ser un deber a ser un decisión voluntaria y personal del individuo. Una vez lo hayamos conseguido, podemos volver al mismo entorno sin que nos afecte.


lunes, 3 de abril de 2017

El arquetipo de la monja

Los arquetipos son una herramienta que desarrolló Carl Jung para ayudarnos a ubicarnos en el inconsciente colectivo. El ser humano además de su YO y su inconsciente personal o su sombra, vive también de acuerdo a un inconsciente colectivo: una construcción mental que sostiene los comportamientos humanos durante toda la historia de la humanidad, y que nos permite identificar claramente conductas determinadas por decretos culturales anclados durante generaciones. En entradas anteriores, hablé de los arquetipos femeninos de la puta y de la niña. Hoy quiero hablar del arquetipo de la monja.

Este arquetipo está relacionado directamente con la influencia de la religión y el sentimiento de culpa por el pecado original: por el hecho de ser mujeres ya somos culpables y portadoras del pecado, y por lo tanto tratamos de vivir nuestra existencia en la absolución permanente de nuestra vida. El arquetipo de la monja hace referencia a este comportamiento en el cual nos mostramos al mundo como ejemplo de castidad, pureza y perfección. Nos sentimos culpables si sentimos placer, pues debemos ser castas para no entrar en pecado, o mejor, continuar con el. No queremos que nadie sufra, y por ende pasamos por encima nuestro, pues somos siervas del señor:  somos siervas de cualquier figura masculina, desde Dios hasta el marido, hermano, hijo, jefe, trabajo, etc. "Debemos" poner por encima nuestro los intereses y deseos de los demás, pero en este ejercicio sufrimos en silencio nuestra propia decadencia y creamos la cárcel en  la que permitimos ahogar a nuestro espíritu. Criticamos el comportamiento libre​ de otras mujeres, porque eso nos recuerda lo prisioneras que somos de los decretos familiares y de nosotras mismas aún sin ser consientes. El arquetipo de la monja en su aspecto negativo refleja la represión de la personalidad, el control y la ansiedad por el futuro, la culpa, el sentimiento de superioridad y el desprecio por las mujeres libres, el complejo de perfección y autoengaño. La monja esta en nosotras cuando nos sentimos culpables por disfrutar algo solas. Cuando criticamos a otras en sus decisiones personales. Cuando pensamos o decimos que esa otra mujer es una puta, es una vagabunda, porque se pinta el pelo, sale sola en la noche o escoge con quién se quiere acostar. La crítica sale desde la auto represión, desde los comportamientos heredados, desde las críticas escuchadas cuando éramos niñas, hacia nosotras o hacia otras mujeres. La monja también está presente cuando al pensar que todas las mujeres son unas vagabundas o cualquieras, atacamos con celos locos a nuestros compañeros y los acusamos de preferirlas a ellas y no a nosotras. Queremos un esposo o novio perfecto. Que nos traiga la luna y la vuelva a subir. Que solo tenga ojos para nosotras y no mire, hablé ni entable ninguna relación ni siquiera laboral con otra fémina. Tenemos miedo de perderlo en las fauces de una mujer libertina que si vive su feminidad y su cuerpo. Cuando estamos en el arquetipo de la monja, no somos capaces de ver la esencia de la otra persona. Estamos atrapadas en el qué dirán los demás, y en el que dirá El Señor, estamos atrapadas en el miedo.