miércoles, 26 de julio de 2017

Para qué es importante conocer nuestro ciclo menstrual?

Muchas mujeres se pasan la vida tratando de hacer que "eso" no pasa, negando su sangre y sufriendo su propio cuerpo, pues experimentan dolores muy fuertes durante su sangrado, o cambios extremos de ánimo o ámbos. El número de mujeres con endometriosis, ovarios poliquísticos, infecciones urinarias y vaginales crónicas, es casi igual o mayor que el número de mujeres sanas.
Estas afecciones nos estan hablando: la desconexión entre la mujer y su cuerpo es muy grande. 

Nos hablan de conectarnos con nuestro cuerpo, pero no entendemos la profundidad y al mismo tiempo la simpleza que supone hacerlo. Conectar con nuestro cuerpo implica una sensibilidad tal, que estamos al tanto sobre cómo nos sentimos, cómo influye la comida en nosotras, que alimentos me sientan mejor que otros, cómo nos afectan físicamente las emociones que sentimos y en que parte del cuerpo las sentimos, cómo me afectan físicamente los pensamientos negativos y positivos en mi cuerpo, cómo me afectan las fases de la luna....en fin. Cuando conectamos con nuestro cuerpo estamos atentas a los cambios o manifestaciones físicas experimentadas, ampliamos nuestra capacidad de percepción y estamos mas abiertas a la intuición, pues tenemos a nuestro servicio los cinco sentidos básicos de recepción de información abiertos: el oido, la vista, el olfato, el tacto y el gusto estan a nuestra disposición para recibir información mas allá de relatarnos cómo está el afuera. Estos sentidos empiezan a funcionar en sintonía con el resto del cuerpo y la intuición, ayudándonos a percibirnos a nosotras mismas y a nuestro entorno de una manera holística y completa. Cuando estamos atentas a las señales de nuestro cuerpo, ampliamos nuestros canales de percepción, la intuición se despierta y somos conscientes de las diferentes energías que nos habitan, así como de las energías que nos influyen.
Conocer nuestro ciclo menstrual nos permite entrar en sintonía con nuestro cuerpo. Nos permite aceptar y querer la naturaleza cíclica que nos caracteriza, nos hace más brujas, mas sabias. 

Antiguamente las brujas eran las mujeres que se distinguian por ser chamanas, curanderas, conocedoras de sus ciclos y las plantas: es decir, mujeres conscientes de su condición humana y animal. Luego la palabra bruja fué estigmatizada, y todas las mujeres que tenían el conocimiento y la capacidad de utilizar las plantas tanto para sanar una herida como para prevenir un embarazo, todas estas mujeres fueron perseguidas, masacradas y menospreciadas. Y así, las mujeres que fueron quedando se fueron criando en un medio en donde ser mujer, ya era y es pecado. Siglos de sometimiento en una sociedad patriarcal nos hacen hoy por hoy "sufrir"nuestro período menstrual, desear no haber nacido mujer, tomar analgésicos, planificar con hormonas y hacer lo indesible para parecernos más a los hombres y tener un comportamiento menos animal e impredecible, es decir: comportarnos igual tooodoo el mes. 
Pero eso es secillamente imposible, va en contra de nuestra naturaleza. La descarga y los cambios hormonales ocurren con mucha fuerza durante toda nuestra vida, no solamente en estado de embarazo. Estos cambios, estas tormentas de hormonas, son las responsables que nuestro cuerpo todos los meses se prepare para alojar una nueva vida. Las mujeres tenemos el poder de gestar vida, somos la energia de la gestación, de la contención, de la atemporalidad, y cuando encontramos esa energía masculina de la acción, de la chispa, somo capaces de juntos traer seres humanos y proyectos maravillosos. Porque las mujeres no sólo gestamos hijos, también podemos gestar con nuestra energía, proyectos, amigos, relaciones, películas, etc. 
Nuestro ciclo menstrual está dividido en 4 estados básicos, que van desde el  primer día del sangrado hasta el día antes del siguiente sangrado. Este ciclo oscila entre los 22 días y los 32 días para una media de 28 días, lo que nos hace alinearnos con las fases lunares y sentir en el cuerpo la influencia de ese satélite en nosotras! Los días del sangrados, conocida como la fase menstrual, no hay presencia de progesterona ni estrógenos, hormonas femeninas, y esta ausencia nos hace sentir cansadas, retraidas, introspectivas, a veces bravas, con pocas ganas de socializar. Es el momento de la limpieza del cuerpo, el endometrio se desprende porque no está alojando a ningún feto, y el útero se limpia pues no va a utilizar ese tejido. Energéticamente también nos limpiamos y es por eso que nos sentimos propensas a decirle unas cuantas verdades a nuestro jefe, a nuestro esposo, o al mundo!! Luego del sangrado viene la etapa de la preovulación, con una subida drástica de estrógenos, lo que nos hace sentir invencibles, con ganas de hacer cosas, arrancar proyectos, conectar con esa amiga o contacto que tengo perdido. Después viene la etapa de la ovulación, en la mitad de nuestro ciclo, generalmente el día 14, y junto con los estrógenos, empieza el cuerpo a segregar la progesterona. Nos sentimos protectoras, cuidadoras, madres. Queremos cuidar, complacer y consentir al otro. Queremos cocinar, atender visita, armar reuniones. Estamos en modo mamá así no tengamos hijos, pues nuestro útero se está preparando para alojar una vida. Si quedamos embarazadas, este estado se prolonga durante toda la gestación, sino, los niveles de estrógenos y progesterona bajan a cero 2 días antes del nuevo sangrado y tenemos los tan socialmente atacados síndromes premenstruales, que dependiendo de nuestra conexión mente-corazón-útero-cuerpo, serán sensaciones más fuertes o más llevaderas.  
Está comprobado que aquellas mujeres con situaciones complicadas en su linaje femenino, con su madre, de repulsión hacia su propio cuerpo y desprecio por sus funciones femeninas, son mas propensas a sufrir de enfermedades relacionadas con su útero, ovarios y aparato reproductor.

Estas preparada para conocer mas sobre tu ciclo? Anímate! consulta, investiga, habla con tu madre, conéctate contigo misma, usa la copa menstrual, observa tu sangre, identifica las 4 energías de tu ciclo y saca provecho del hecho de SER MUJER!

Próximo Post: Las cuatro mujeres que me habitan

lunes, 1 de mayo de 2017

Sobre el parto libre

En la Fundación Partera de Vidas, trabajamos el concepto del parto libre como parto consciente, entendiendo la libertad desde la capacidad de elegir desde la consciencia. El parto como portal de sanación interior, como ritual de iniciación hacia el conectarse consigo misma. Nosotras la mujeres, en nuestra naturaleza cíclica, parimos muchas veces a lo largo de nuestra vida. Parimos relaciones, trabajos, proyectos, hijos muertos, hijos vivos, parimos la casa, y nuestra vida misma. 
Escoger un parto libre no es una moda, es una postura ante nuestra propia existencia. No estamos hablando simplemente de protocolos de respeto hacia el cuerpo de la mujer. Parto libre no es solamente que nos permitan caminar mientras tenemos las contracciones, o que nos podamos comer un helado antes de parir, o que nos opongamos a procedimientos invasivos como los tactos vaginales o la episiotomia, o que nos permitan simplemente parir verticalmente y demorarnos el tiempo que sea necesario. Parto libre también es la forma como la pareja asume su responsabilidad y postura frente a la procreación y los hijos, y su desarrollo personal e íntimo de encontrarse consigo mismos y con ese ser humano que viene en camino.
Aqui les dejo fragmentos de la charla sobre Parto Libre que tuvimos con Alejandra Montes y gracias al apoyo de Crisalida Ser Fundación Educativa que gestionó el espacio para hacer posible esta experiencia!




miércoles, 12 de abril de 2017

La Cuarentena en Bioneuroemoción®


Revisando artículos sobre Bioeuroemocion, encontré este en particular sobre dietar relaciones toxicas.
Aqui les dejo el articulo completo y link a su pagina
En muchas ocasiones las lealtades familiares bloquean nuestro desarrollo personal.
Una de las fases mas importantes para cumplir con nuestro desarrollo psíquico y espiritual es el proceso de individuación. Este proceso se refiere a realizarse como individuo y a llegar a ser uno mismo. En nuestra infancia se nos educa en entornos en los cuales la disciplina y la obediencia son fundamentales para la supervivencia dentro de un sistema familiar. Todo esto debe cambiar al ser adultos, y se deja esta dependencia para encontrar la propia madurez y la gestión responsable.
No poder avanzar en esta dirección influye en muchos de los conflictos de la edad adulta. Una de las dificultades más importantes se da cuando en nuestro sistemas familiares no encontramos la solución a nuestros conflictos puesto que, muchos de ellos, tienen el origen en este mismo sistema.
Esta es la base sobre la cual la Bioneuroemoción concibe el concepto de Cuarentena. Algunos progenitores educan a sus hijos para que sean libres emocionalmente y adultos responsables de sus vidas. Estos padres no piden nada a cambio de todo lo que han decidido ofrecerles en su proceso de acompañarles hacia la madurez y comprenden que nuestra libertad emocional es el mejor regalo que nos pueden ofrecer. El problema viene cuando, en otros casos, nos vemos sometidos a un sistema de lealtades que nos impide encontrar nuestra propia libertad emocional y hace que nos sintamos unidos a nuestra familia desde la culpabilidad o la dependencia. Es en este punto cuando el individuo no consigue separar su “yo” de su “yo familiar” y, debido a ello, no llega nunca a su edad adulta. Hay personas que proyectan culpabilidad sobre nosotros porque estamos cambiando y eso les hace sentir incómodos. Se produce entonces la paradoja de sentir que nuestra libertad hace daño a los demás.
La clave está en tomar nuestras propias decisiones libre y voluntariamente.
Es por eso que en algunas ocasiones llevamos a la persona a tomar conciencia de ello y les recomendamos un proceso, ya sea físico o mental, en el que puedan diferenciarse durante un tiempo de su sistema familiar. No se trata de realizar un acto de separación desde el resentimiento, sino de un acto de reemprender el camino hacia la edad adulta y encontrarse con aquellas partes de uno mismo que necesitamos integrar. Se trata de permanecer un tiempo tomando nuestras propias decisiones sin estar condicionados por nadie.
Este proceso, lejos de ser perjudicial para el sistema, es una oportunidad para favorecer su desarrollo. La libertad para uno de los miembros del clan es una oportunidad maravillosa para que otros sigan su ejemplo. Las relaciones no deben estar basadas en la necesidad o la culpabilidad, sino en la decisión libre de compartir un tiempo con una persona. La decisión de estar con nuestra familia debe cambiar de ser un deber a ser un decisión voluntaria y personal del individuo. Una vez lo hayamos conseguido, podemos volver al mismo entorno sin que nos afecte.


lunes, 3 de abril de 2017

El arquetipo de la monja

Los arquetipos son una herramienta que desarrolló Carl Jung para ayudarnos a ubicarnos en el inconsciente colectivo. El ser humano además de su YO y su inconsciente personal o su sombra, vive también de acuerdo a un inconsciente colectivo: una construcción mental que sostiene los comportamientos humanos durante toda la historia de la humanidad, y que nos permite identificar claramente conductas determinadas por decretos culturales anclados durante generaciones. En entradas anteriores, hablé de los arquetipos femeninos de la puta y de la niña. Hoy quiero hablar del arquetipo de la monja.

Este arquetipo está relacionado directamente con la influencia de la religión y el sentimiento de culpa por el pecado original: por el hecho de ser mujeres ya somos culpables y portadoras del pecado, y por lo tanto tratamos de vivir nuestra existencia en la absolución permanente de nuestra vida. El arquetipo de la monja hace referencia a este comportamiento en el cual nos mostramos al mundo como ejemplo de castidad, pureza y perfección. Nos sentimos culpables si sentimos placer, pues debemos ser castas para no entrar en pecado, o mejor, continuar con el. No queremos que nadie sufra, y por ende pasamos por encima nuestro, pues somos siervas del señor:  somos siervas de cualquier figura masculina, desde Dios hasta el marido, hermano, hijo, jefe, trabajo, etc. "Debemos" poner por encima nuestro los intereses y deseos de los demás, pero en este ejercicio sufrimos en silencio nuestra propia decadencia y creamos la cárcel en  la que permitimos ahogar a nuestro espíritu. Criticamos el comportamiento libre​ de otras mujeres, porque eso nos recuerda lo prisioneras que somos de los decretos familiares y de nosotras mismas aún sin ser consientes. El arquetipo de la monja en su aspecto negativo refleja la represión de la personalidad, el control y la ansiedad por el futuro, la culpa, el sentimiento de superioridad y el desprecio por las mujeres libres, el complejo de perfección y autoengaño. La monja esta en nosotras cuando nos sentimos culpables por disfrutar algo solas. Cuando criticamos a otras en sus decisiones personales. Cuando pensamos o decimos que esa otra mujer es una puta, es una vagabunda, porque se pinta el pelo, sale sola en la noche o escoge con quién se quiere acostar. La crítica sale desde la auto represión, desde los comportamientos heredados, desde las críticas escuchadas cuando éramos niñas, hacia nosotras o hacia otras mujeres. La monja también está presente cuando al pensar que todas las mujeres son unas vagabundas o cualquieras, atacamos con celos locos a nuestros compañeros y los acusamos de preferirlas a ellas y no a nosotras. Queremos un esposo o novio perfecto. Que nos traiga la luna y la vuelva a subir. Que solo tenga ojos para nosotras y no mire, hablé ni entable ninguna relación ni siquiera laboral con otra fémina. Tenemos miedo de perderlo en las fauces de una mujer libertina que si vive su feminidad y su cuerpo. Cuando estamos en el arquetipo de la monja, no somos capaces de ver la esencia de la otra persona. Estamos atrapadas en el qué dirán los demás, y en el que dirá El Señor, estamos atrapadas en el miedo.

jueves, 23 de marzo de 2017

Las nubes como meditación activa y  contemplativa.


De como hice conciencia acerca del mirar las nubes como meditación activa y  contemplativa.

Una amiga me pidió que escribiera un post que entrelazara las nubes con mis reflexiones acerca de lo femenino. Lo primero que pensé es que no tenía ninguna relación, y me di cuenta que estaba haciendo una aproximación desde lo mental y racional, desde lo masculino.  Inconscientemente estaba sesgando otras formas de aproximarme al tema, y decidí entonces interpretar la reflexión desde la intuición, desde la experiencia in situ, desde la vivencia propia y la emocionalidad: es decir, desde lo femenino.

Me tumbé en el prado del parque y observé el firmamento esperando que esa conexión se me mostrara mágicamente. Nada pasó, solo el tiempo. Me relajé y no esperé nada. Observé las nubes y contemplé las formas, ensoñando e imaginando personajes y situaciones. Recordé la hermosa sensación de no tiempo,  de eterno presente que sentía y siento en ese estado de contemplación. Y ahora que escribo, reflexiono en la meditación tan poderosa que es contemplar el cielo con sus nubes y estrellas, con el sol poniéndose y la luna llena. Hundirme en la inmensidad de nuestra atmósfera y permitirle a mi mente y espíritu un momento de presente intenso. Meditación activa en la observación del firmamento: espejo de mi realidad, muro de mis sueños, expectativas y miedos. Que importante regalarnos esos momentos en los que nos sentimos uno con la naturaleza, en donde sentimos que somos capaces de todo, en donde sentimos que somos vulnerables y poderosos. Mirar las nubes es solo una disculpa para recrear nuestro inconsciente en el cielo. Mirar las nubes es activar uno de nuestros modos de meditación más primarios. Es una actividad que muchos de nosotros hemos realizado desde niños, por iniciativa propia. Es uno de los primeros acercamientos a la introspección y ensoñación.

Observar el cielo y sumergirme en sus formas y colores. Permitir que cada célula de mi cuerpo se trasporte a otra dimensión, ser una con todo. Disfrutar de existir en este planeta. Disfrutar de una atemporalidad temporal. Verme reflejada en el infinito y sentir.....solo sentir.




miércoles, 8 de marzo de 2017

Que significa maternar?

Nuestras experiencias nutren una memoria colectiva de cientos de miles de años. Es una biblioteca gigante a donde podemos acceder para consultar todo aquello que necesitemos, entendiendo que la memoria femenina es un organismo atemporal que abarca desde lo particular hasta lo grupal, ya que lo que me pasa a mi ya le ha pasado a otra mujer anteriormente y le va a pasar a alguna en el futuro.

Dentro del ejercicio que hacemos como Doulas en la Tradición en la Fundación Partera de Vidas , compartimos nuestras experiencias y sentires en el acompañamiento de la mujeres que llegan a nosotras. Hablamos, mambeamos la palabra y construimos a  partir de ella. Maternar es un verbo que hemos estado trabajando, sintiendo desde nosotras mismas, viviéndolo en nuestra carne, mambeandolo, y finalmente expresándolo en nuestro sentir, cada una desde su propia experiencia.

El verbo maternar proviene de la palabra maternidad, pero bajo mi punto de vista, no constituye una acción exclusiva del género femenino. Maternar es cuidar desde el amor, desde la capacidad de establecer vínculos afectivos, emocionales y energéticos con nuestro objeto a maternar: llámese hijo, familia, trabajo, proyecto o incluso uno mismo. Vincularse desde el amor, es establecer relaciones desde los acuerdos y los límites. Es ir mas allá del cumplir con unas rutinas básicas de cuidado. Es ir mas allá de simplemente regar la planta: es cultivar una relación, generar un vínculo, establecer un lazo. Pero aunque maternar no es una acción exclusivamente de la mujer, si está poderosamente cargada con la energía femenina del sostenimiento continuado y persistente en el tiempo.
Cuando mi hijo mayor nació, algo muy profundo cambió dentro de mi. Las ideas preconcebidas sobre lo que era ser madre, se desdibujaron para dar paso al instinto materno. Mi cuerpo se abrió en amor para sostener y acompañar a ese ser maravilloso que acababa de arribar a este mundo, y quise darle todo de mi. Fueron mis primeros acercamientos a la acción de maternar. Mas allá de proveerle comida a mi chiquito, estaba segura de establecer un vínculo con él. Quería a toda costa cambiar mi historia familiar. Quería ser la madre que no tuve. No tuve problemas para amamantar, no tuve depresión posparto, no me enfermé de ninguna manera. Mi mente racional se apagó unos meses y dio paso sólo al sentir, y en ese sentir, en ese instinto me quedé como pausada en el tiempo, casi dos años, cuando de pronto desperté y me dí cuenta que no me había maternado a mi misma. Me deprimí, me asusté. Tanta responsabilidad me abrumó. No sabía que hacer y lloraba porque no me sentía realizada como ser humano en mi papel de sólo ser madre. Desconocía a la mujer que entonces se veía en el espejo, y no veía rastro alguna de la guerrera de antes. Con el tiempo y el embarazo de mi segundo hijo aprendí que fue una transformación necesaria: ya no era sólo guerrera, ya no era soló madre, ya no era sólo compañera, ya no era sólo hija, ahora soy todas. Comprendí la fuerza de la mujer. Comprendí que en una mujer habitan muchas mujeres, y todas habitan en armonía, pues cada una tiene su momento y su sabiduría. Comprendí que para maternar a otros debía maternarme a mi misma, establecer los vínculos con mis mujeres interiores: escucharlas, comprenderlas, apoyarlas y amarlas. Desde mi propia diversidad logré empezar a entender la diversidad interior de mis hijos, la diversidad de mi madre, de mi compañero y de mi hermano. En este camino estoy empezando a trasladar la acción de maternar a mi familia de origen, limpiando los vínculos para hacerlos más fuertes, alimentando las relaciones a pesar de las distancias. Tratando de eliminar los juicios, aunque a veces sea difícil. Tratando de sentir a mi madre y a mi hermano directo en el corazón, sin mas historias de por medio. Tuve que pasar por la experiencia de la familia que creé con mi compañero, por aprender a relacionarme con mis hijos, mi esposo y conmigo misma, para empezar a reconstruir las relaciones y los vínculos con mi mamá, mi papá y mi hermano. Puedo ver ahora como el movimiento de mi aprendizaje y forma de relacionarme es circular, es cómo una espiral. Salgo del origen y vuelvo a él, pero en momentos diferentes. Cada vez entiendo y siento más  esa energía femenina atemporal que vibra dentro mio, enseñándome desde mis propios ciclos que la vida no es una línea recta, que la vida lo es todo y es uno. Que mi primer objeto a maternar soy yo!





lunes, 6 de marzo de 2017

El complejo de mala/buena madre 3 parte

El tema no ha parado de dar vueltas en mi cabeza, tanto es así que mi madre en persona viajo a hacer unas diligencias personales justo el fin de semana que tenia programada mi primera charla sobre el tema. Casualidades? Mas bien resonancias. Reflexionar con ella acerca de su propia vivencia de la maternidad, acerca de su percepción de la vivencia de la maternidad de su madre. Que interesantes conclusiones y reflexiones pude obtener de este ejercicio.
A continuación les comparto la charla que tuve en la pagina de Sabiduria Femina, en su primera jornada virtual, el domingo 5 de marzo de 2017.